miércoles, 11 de mayo de 2011

Pocho Lepratti: la garganta que no podrán callar


Lo último que gritó Claudio "Pocho" Lepratti fue: "¡Hijos de puta, no tiren que hay pibes comiendo!". Lo vociferó desde el techo de la escuela Nº 756 de barrio Las Flores, donde trabajaba en el comedor. Un policía le respondió con un disparo en la traquea. Pero lo que no sabía el asesino, Esteban Velásquez, era que jamás cerraría las palabras ni el ejemplo de "Pochormiga".
El 18 de diciembre de 2001, en consonancia con el resto del país, la policía comenzó a desplegar el aparato represivo en Santa Fe. "Las Flores es un barrio sumamente castigado por la desocupación. El reclamo frente a supermercados y en distintos lugares estaba sumamente activo. Montaron un operativo muy fuerte y él estaba dentro de la escuela cuando cae la policía haciendo disparos al aire. Pocho sale al techo de la escuela, pidiendo que no tiren que había pibes comiendo. Bajan dos policías. Uno, Esteban Velásquez, es el que le dispara y le atraviesa la garganta. Los compañeros lo llevan al hospital, pero a los pocos minutos muere", narra Carlos Nuñez, director de la Biblioteca Popular Pocho Lepratti.

Tenía 35 años cuando el 19 de diciembre lo asesinó Velásquez, quien fue sentenciado a 14 años de prisión. Hubo un intento por parte del gobernador santafesino Jorge Obeid de que se reviera el fallo. Los testigos reafirmaron sus declaraciones y se ratificó la condena. Al respecto, Nuñez sostiene que si bien "la condena fue hacia quien disparó, la orden claramente fue determinada por Reutemann, que era el gobernador, por Lorenzo Domínguez (ministro de gobierno), por Enrique Álvarez (subsecretario de seguridad), por todos los que estaban a cargo de la supuesta seguridad.
Se definia como un cristino revolucionario. "Él estaba comprometido con la fe cristiana, pero con una opción de cambio. Pocho estaba preparándose para "hermano coadjutor" en la localidad de Funes. Había estado haciendo trabajos en los barrios, quería ir a trabajar ya y desde la Iglesia le planteaban que iba a haber tiempo. Pocho no quería esperar, quería ir en ese momento. Cuando estaba próximo a recibirse, se va. Sigue con otros votos que nunca abandonó, el de pobreza y de castidad, pero abandona el voto de obediencia". De este modo, Claudio decide vivir en una villa de Rosario, en el barrio Ludueña Norte. "Se va a vivir directamente allá y empieza a trabajar junto con un cura, Edgardo Montaldo, que es una referencia de hace más de 30 años en Ludueña. Ahí crea cerca de 10 grupos juveniles", relata Nuñez.
Nosotros con Pocho veníamos haciendo desde 1999 un trabajo de talleres con trabajadores desocupados; desocupación y salud mental, sobre HIV, trabajo infantil, donde participaban chicos, algunos del Movimiento de Chicos del Pueblo, de La Vagancia (se refiere a uno de los grupos que creó y coordinó Pocho) y otros grupos. Fue a partir de ahí donde nosotros estrechamos mucho más la relación. Ese era un espacio donde también había gente del movimiento de Derechos Humanos y trabajadores. A partir de ahí nos relacionamos con Gustavo Martínez y Gustavo Brufman, que son dos compañeros de la Biblioteca, con los que Pocho trabajaba de hace muchísimos años".

Nuñez, Martínez y Brufman, junto con otras personas, idearon la creación de la Biblioteca Popular Pocho Lepratti, que funciona desde el 18 de febrero de 2002 y que cuenta con distintos talleres. "La idea es recuperar, a partir de la educación popular, el trabajo que Pocho venía haciendo en contra de la exclusión social y por una sociedad participativa. Tenemos toda una serie de talleres de arte, de teatro, de guitarra, de murga. También de serigrafía, que es donde los pibes aprenden un oficio y además es el espacio desde donde salen las banderas, las remeras y todo lo que tiene que ver con la identidad en este espacio", describe Carlos. Y agrega: "Funcionamos a través de talleres de reflexión interna, donde analizamos la práctica de lo que venimos haciendo, la incidencia y la vinculación con otros movimientos sociales. En tres años estamos muy contentos del trabajo que se viene haciendo. Sabemos que el camino es largo. Como Pocho lo planteaba es un camino de hormiga". Hoy a Pocho lo llaman "Pochormiga". Carlos explica que la unión de las dos palabras "viene después de que lo matan, como manera de reivindicar el trabajo. Es como la memoria colectiva: muchas veces parece imperceptible, que no está, que no tiene efecto, pero es la acumulación de trabajo sostenido lo que va dejando una simiente".

Su característica era que se movilizaba en su bicicleta y que siempre estaba dispuesto a ayudar a su prójimo.

Claudio ―Pocho para todos sus amigos― era "un pacífico, comprometido con el barrio; el sueldo que sacaba en la escuela lo ponía a disponibilidad de la gente de la villa que lo necesitaba", cuenta, con marcada tristeza, el padre Néstor Gastaldi.

"El ángel de la bicicleta, le decíamos, porque andaba en su bicicleta, estaba enterándose y buscando la ayuda para cada familia", recuerda el padre.
Después de aquel asesinato, por las calles de Rosario se ven las pintadas con una bicicleta alada, recordando a "Pocho".

Pocho Lepratti fue inspiracion de Leon Gieco, quien en un pequeño y gran homenaje compuso un tema " el angel de la bicicleta"..

http://www.youtube.com/watch?v=_cvb3g7bHUI

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