domingo, 30 de enero de 2011

La influencia del peronismo en Ernesto Guevara, CACHO EL KADRI



Nacido el 14 de junio de 1928, Ernesto Guevara tendrá 18 años cuando el peronismo le gana las elecciones a la “Unión Democrática” y alza sus banderas de soberanía política, independencia económica y justicia social.

En ese período de transformaciones históricas decisivas, que marcarán un antes y un después en la política argentina, el joven Guevara estudiará medicina entre 1947 y 1953. Sus padres pertenecían al Partido Comunista de entonces, y algunas de sus amigas, como Tita Infante, a la Federación Juvenil Comunista. En este ambiente, Guevara recibirá materiales para leer y seguramente escuchará las críticas de “demagogia, lumpenaje, trabajadores sin conciencia de clase, liderazgo totalitario, etc.” que se hacían habitualmente contra el peronismo.

Sin embargo, esa influencia no determina su militancia partidaria y en la formación del joven Guevara influirá mucho más sus contactos directos con la gente, las vivencias y experiencias que irá acumulando en su relación con los trabajadores, en sus viajes y trabajos, en esa otra forma de adquirir sabiduría que da la vida cuando se está en contacto con el pueblo.

En este sentido, su primera esposa Hilda Gadea afirma: “me contaba que participó en algunas manifestaciones antiperonistas con su padre; que en la Universidad trabajó al lado de la Juventud Comunista por poco tiempo, pero que se separó porque estaban muy alejados del pueblo. Que él salió de la Argentina no por motivos políticos, sino para conocer a fondo los problemas de Latinoamérica, pero que comprendía, ya fuera de Argentina, que Perón había emprendido una lucha contra la oligarquía y el imperialismo, y que en el campo social promulgó leyes de protección a los obreros”.

En 1946 trabaja unos meses como analista de suelos en la construcción de caminos en Bell Ville y Villa María (Córdoba), compartiendo con los trabajadores de vialidad un ambiente de compañerismo que lo lleva a ser “licuados de frutas con la mezcladora de suelos, que distribuye entre todos ellos”. ¿Qué otra que peronistas podían ser aquellos trabajadores?

Y en su participación en las Olimpíadas Universitarias celebradas en Tucumán en 1949, no podía ignorar los festejos con que Perón celebraba en esa misma ciudad la Declaración de la Independencia Económica, cuando anunciaba la nacionalización de los ferrocarriles, puertos, gas, teléfonos, comercio exterior, etc., y sancionara la nueva Constitución Nacional, cuyo artículo 40 proclamaba la propiedad inalienable e imprescriptible de las riquezas del suelo y subsuelo de la Nación, según una fórmula que ya se encontraba en la Constitución aprobada por la Revolución Mexicana en 1917, y que años más tarde vería aplicar en Bolivia o Guatemala.

Y al año siguiente, 1950 año del Libertador General San Martín, cuando se lanza a recorrer en una bicicleta Northon con un motorcito Cucchiolo, 4500 kilómetros de rutas que tocan las provincias de Córdoba, Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, Chaco, Formosa, Catamarca, La Rioja, San Juan, Mendoza, San Luis, Santa Fe, y Buenos Aires, qué otra cosa que puro pueblo le irá impregnando su conciencia, si él mismo critica en una carta que “no se conoce así a un pueblo (visitando sus monumentos) porque su alma está reflejada en los enfermos de los hospitales, los asilados en la comisaría o el peatón ansioso con quien se intima. Pero todo esto es muy largo de explicar y quién sabe si sería entendido”. ¿Y qué otra cosa que peronista es aquella gente del pueblo que lo recibe y acoge, que los ayuda y acompaña, que despierta su asombro con anécdotas de un “antes” de explotación y miseria y un “presente” de dignidad y trabajo gracias a Evita y Perón?

¿Qué otra cosa verá/palpará/sentirá cuando al año siguiente se embarque en los buques de la Flota Mercante del Estado, instrumento de soberanía e independencia con la que el peronismo enfrenta el monopolio inglés y norteamericano del flete marítimo? Los “gauchos al timón” del Florentino Ameghino, San José, General San Martín, no pueden haber dejado de contarle al enfermero Guevara, entre mate y mate, que en 1947 el presidente Perón ordenó a los buques argentinos romper el bloqueo de los puertos de Guatemala, efectuado por Estados Unidos y Europa en “represalias” por el Código de Trabajo sancionado por Arévalo. Quizás le hayan contado también de las armas de Fabricaciones Militares que, en secreto, transportaron esos barcos hacia aquella Guatemala bloqueada…

En 1952 no estará en la Argentina cuando se produzca la muerte de Evita, sino recorriendo “nuestra Mayúscula América que me ha cambiado más de lo que creí”. Chile, Perú, Colombia, Venezuela, el leprosario de San Pablo, donde al festejar su cumpleaños dice:

“Creemos, y después de este viaje más firmemente que antes, que la división de América en nacionalidades inciertas e ilusorias es completamente ficticia. Constituimos una sola raza mestiza que desde México hasta el Estrecho de Magallanes presenta notables similitudes etnográficas. Por eso (…) brindo por Perú y por América Unida…”.

Sin embargo, a su regreso el 31 de agosto, debe haber tenido que sentir ese ambiente de pesadumbre y tristeza que embargaba a la gran mayoría del pueblo argentino por la pérdida de la abanderada de los humildes; y habrá repudiado con seguridad a los que escribieron “Viva el cáncer” y festejaron la muerte de su enemiga de clase. Y todo ello a pesar del aislamiento voluntario en que se encierra para estudiar y rendir entre octubre y noviembre una decena de materias en la Facultad de Medicina.

En 1953 termina su carrera y recibe su diploma de médico, firmado por el doctor Jorge Taiana, preparándose de inmediato para viajar al leprosario de San Pablo, en la selva amazónica, donde había prometido regresar para trabajar con su amigo Granados. Desde el 7 de julio cuando parte de la estación Retiro hacia Bolivia, hasta el 25 de noviembre de 1956 cuando se embarca con Fidel Castro, en Tuxpan, Veracruz, México, en el “Granma” rumbo a Cuba, mantiene abundante correspondencia con su familia. En ella encontramos algunas referencias suyas sobre el gobierno de Perón y los movimientos en su contra, protagonizados por la oligarquía ganadera, la iglesia católica, los partidos autodenominados democráticos a los que se sumaban también los de la izquierda institucional, y algunos sectores de las fuerzas armadas, particularmente de la marina, todo lo cual terminará con el derrocamiento de Perón.

Enterado del bombardeo a la Plaza de Mayo realizado el 16 de junio de 1955 por los aviadores navales y los políticos “democráticos” que los acompañaron, que provocó centenares de víctimas entre los trabajadores que acudieron a defender a Perón, similar al que un año antes el doctor Guevara había vivido en Guatemala, cuando aviones norteamericanos bombardearon la ciudad para forzar el derrocamiento del presidente constitucional Jacobo Arbenz, le escribe a su madre:

“Otros, para quienes no hay escapatoria posible ante la historia es para los mierdas de los aviadores que después de asesinar gente a mansalva (en la Plaza de Mayo bombardeada el 16 de junio de 1955) se van a Montevideo a decir que cumplieron con su fe en Dios: es impresionante que la gente llore porque le quemaron su iglesia dominguera, pero le parece la cosa más natural del mundo que revienten la cantidad de ‘negros’ que reventaron. No te olvides que muchos de ellos fueron a morir por un ideal, pues eso de la compulsión no puede ser cierto sino en parte, en todo caso, y que cada ‘negro’ tenía su familia a quien mantener, y que los tipos que dejan en la calle a la familia del ‘negro’ son los mismos que se van al Uruguay a darse golpes de pecho por la hazaña de machos. Otra cosa importante es la cantidad de ‘gente bien’ que murió fuera de los casos fortuitos, eso mismo indica el carácter de la gente que iba a derrocar a Perón y el futuro que esperaría a una Argentina gobernada por un Olivieri o por un Pastor, que para el caso es lo mismo; el ejército solamente se queda en sus cuarteles cuando el gobierno que sirve, sirve a sus intereses de clase, y lo único que cambiarían es cierto exterior democrático como se ve en México, donde la podredumbre más grande está encubierta por formas pseudodemocráticas de convivencia. Olivieri o Pastor, o el que fuera, tirarían o tirarán -que todavía no se aclaró del todo-, contra el pueblo, a la primera huelga seria, y entonces no habrá chicos de Inchauspi que mueran, pero matarán a cientos de ‘negros’ por el delito de defender sus conquistas sociales, y La Prensa dirá muy dignamente que es ciertamente muy peligroso el que trabajadores de una sección vital se declaren en huelga y, aún más, recurran a la violencia para ganarla como sucediera en el caso de marras en que se disparó contra la policía, mal o bien esto no ocurrió sino muy esporádicamente con Perón, y para mi cuenta más que la gente conocida…”.

Tiempo después, cuando se ha producido el movimiento conocido como Revolución Libertadora, que dará por tierra con el gobierno constitucional de Perón y proscribirá el peronismo, intervendrá los sindicatos y encarcelará miles de dirigentes obreros, adherirá de inmediato al Fondo Monetario Internacional, anulará las conquistas sociales alcanzadas, etc., etc., el doctor Guevara escribe:

“Te confieso con toda sinceridad que la caída de Perón me amargó profundamente, no por él, por lo que significa para toda América, pues mal que te pese y a pesar de la claudicación forzosa de los últimos tiempos, Argentina era el paladín de todos los que pensamos que el enemigo está en el Norte. Para mí, que viví las amargas horas de Guatemala, aquello fue un calco a distancia, y cuando vi que junto a las noticias leales (es raro llamarlas así) se escuchaba la voz de Córdoba, que teóricamente estaba ocupada, empecé a ver mal la situación, después todo sucedió exactamente igual (…) El Partido Comunista, con el tiempo, será puesto fuera de circulación, y tal vez llegue un día en que hasta Papá sienta que se equivocó”.

Y al mes siguiente, cuando ya la reacción en caliente había dejado paso a la reflexión, el doctor Guevara le escribe a su tía:

“Yo no se bien qué será, pero sentí la caída de Perón un poquito. La Argentina era una ovejita gris pálido, pero se distinguía del montón; ahora ya tendrá el mismo colorcito blanco de sus 20 primorosas hermanas: se dará misa con mucha asistencia de agradecidos fieles, la gente bien podrá poner en su lugar a la chusma, los norteamericanos invertirán grandes y beneficiosos capitales en el país, en fin, un paraíso. Yo francamente no sé por qué añoro el color gris de la ovejita…”.

A su vez su esposa Hilda Gadea nos brinda un testimonio de primera mano del sentimiento que embargaba al doctor Guevara cuando llegaban las noticias del derrocamiento de Perón: “Vino temprano del hospital: esa tarde no fue a ninguna parte. Estaba apesadumbrado: ‘Tenías razón, ha renunciado, no se ha peleado, pero el pueblo ha querido pelear, se ha reunido en Plaza de Mayo y lo han ametrallado’. A mí también me dolía la noticia. Ernesto consideraba que la situación tenía que ser muy difícil por la confabulación de tantas fuerzas en contra del régimen, pero hasta el último momento confió en que el general Perón recurriría al pueblo, lo armaría y lucharía contra sus enemigos. Hacíamos este análisis cuando tocaron a la puerta. Fue él a abrir: eran los peruanos Rasgada y el poeta Gonzalo Rose con el puertorriqueño Juan Juarbe y Juarbe. ‘Aquí estamos llorando los acontecimientos’, a manera de saludo les dijo Ernesto; ellos también venían a comentar la caída de Perón. Todos sentíamos lo mismo: pesadumbre porque no se recurrió al pueblo para defender un régimen que había dado muchas reivindicaciones a los trabajadores. Para Ernesto fue un fuerte golpe la caída de Perón, se convenció una vez más de que el imperialismo norteamericano intervendría descaradamente en nuestro continente y que era necesario luchar contra él, con la ayuda del pueblo”.

En 1960, ya triunfante la revolución Cubana, el escritor argentino Ernesto Sábato le escribe a su “Admirado Guevara” una carta en la que le informa sobre un equívoco histórico por el que “la Revolución Cubana fue saludada con alborozo por la oligarquía argentina en pleno porque veía en ella la continuación o equivalente de la revolución de 1955 contra el peronismo (…) como consecuencia, la inmensa mayoría del pueblo trabajador tomó posición contra ustedes. Puede leerse en barrios obreros del Gran Buenos Aires enormes carteles que decían “Viva Perón, muera Fidel Castro” (…) ¿Cómo puede haberse llegado a una situación tan equívoca y hasta paradojal? El análisis nos llevaría muy lejos (…) cuando en la época de nuestra famosa Unión Democrática tantos intelectuales de “izquierda” marchábamos al lado de conservadores como Santamarina y señoras de la sociedad, deberíamos haber sospechado que algo estaba funcionando mal (…).

Cuando en momentos en que se producía la revolución de 1955 yo vi modestas sirvientitas llorando en silencio, pensé (por fin) que los árboles nos habían impedido ver el bosque y que los afamados textos en que habíamos leído sobre revoluciones químicamente puras nos habían impedido ver con nuestros propios ojos una revolución sucia (como siempre son los movimientos históricos reales) que se desarrollaba tumultuosamente ante nosotros (…).

Usted, como yo, fue uno de los estudiantes e intelectuales de izquierda que rehuyeron la personalidad equívoca demagógica de Perón, con la diferencia de que usted luego se ha mantenido lejos de nuestra realidad, y nosotros, en cambio, vivimos todo el proceso, incluso el revelador proceso de la “Revolución Libertadora” (en este país todo empieza con mayúsculas, pasa luego a minúsculas y finalmente termina entre comillas)”.

Sábato terminaba su carta pidiéndole a Guevara: “es fácil advertir la enorme trascendencia que tendría un reexamen del movimiento cubano en relación con el movimiento popular de Argentina. ¿Quién sería capaz de parar un proceso combinado de esta envergadura? Usted, Guevara, por su decisión, por su valentía, por la claridad de ideas que todos encomian, puede ser uno de los factores decisivos de este reencuentro”.

Guevara, ya comandante y Ministro de Industrias, le contesta de manera tal que confirma su justa visión del peronismo, incluso desde la época en que tantos preclaros intelectuales se confundían, y le recuerda que “pertenezco, a pesar de todo, a la tierra donde nací y que aún soy capaz de sentir profundamente todas sus alegrías, todas sus esperanzas y también, sus decepciones”.

“Sería difícil explicarle por qué ‘ésto’ (la Revolución Cubana) no es Revolución Libertadora, quizás tendría que decirle que le ví las comillas a las palabras que usted denuncia en los mismos días de iniciarse, y yo identifiqué aquella palabra con lo mismo que había acontecido en una Guatemala que acababa de abandonar, vencido y casi decepcionado (…) No podíamos ser “Libertadora” porque no éramos parte de un ejército plutocrático sino éramos un nuevo ejército popular, levantado en armas para destruir al viejo; y no podíamos ser “Libertadora” porque nuestra bandera de combate no era una vaca sino, en todo caso, un alambre de cerca latifundaria destrozado por un tractor, como es hoy la insignia de nuestro INRA. No podíamos ser “Libertadora” porque nuestras sirvientitas lloraban de alegría el día en que Batista se fue de La Habana y hoy continúan dando datos de todas las manifestaciones e ingenuas conspiraciones de la gente Country Club que es la misma gente Country Club que usted conociera allá y que fueran a veces sus compañeros de odio contra el peronismo”.

Guevara seguirá conectado con la realidad Argentina y valorará la lucha de la Resistencia Peronista con su historia cargada de héroes y mártires, de los fusilados y asesinados en el basural de José León Suárez, en junio de 1956, de los cuales seguramente Rodolfo Walsh le contará la historia; de la fuga del penal de Río Gallegos, el atentado contra Perón en Caracas, la huelga de telefónicos, bancarios, carne, seguros, portuarios, y el pacto Perón-Frondizi, que le contará John William Cooke, desde su primer viaje a Cuba en abril de 1960; o de la ocupación del Frigorífico Lisandro de la Torre, los 1566 atentados cometidos por esa Resistencia Peronista entre el 1º de mayo de 1958 y el 30 de junio de 1961 (informe del Ejército, del 19 de octubre de 1961); del plan Conintes o del triunfo de Framini en las elecciones del 18 de marzo del ’62, que le contarán Sebastián Borro, Jorge Di Pascuale y “el Gordo” Jonch, enviados especiales de Juan Perón, con credenciales y todo; de la formación de cuadros para la lucha revolucionaria, que le pedirá Gustavo Rearte, líder del Movimiento Revolucionario Peronista…

Es el propio Comandante Guevara, según múltiples testimonios de argentinos y de cubanos, quien por su formación y comprensión de la realidad argentina, insistirá para que las puertas de Cuba permanezcan siempre abiertas a todos los militantes peronistas, y ello a pesar de los prejuicios y sectarismos a veces imperantes, originados en la deformación de la realidad política argentina, que transmitían tanto algunos dirigentes del Partido Comunista argentino de entonces, como otros representantes de la izquierda tradicional, para justificar sus propias líneas políticas. Esos dirigentes también pretendían “monopolizar” el contacto con Cuba como una forma de mantener “la manija” o supremacía sobre otras organizaciones. Basten dos muestras de estas desinformaciones: cuando Cooke llega por primera vez a Cuba los servicios de seguridad lo detuvieron porque estaba señalado como “peligroso terrorista” (lo cual era cierto, pero no un delito, sino un honor para los peronistas que luchaban contra el gobierno entreguista de Frondizi) y tuvo que intervenir el propio Che para sacarlo de esa situación. Y otra vez, cuando un compañero peronista participaba de un festival mundial de la juventud en Moscú y habló un 26 de julio sobre el aniversario del asalto al Moncada por Fidel Castro y lo unió al recuerdo de la muerte de Evita, fue atacado como “fascista”…

El propio Cooke recordaba que “cuando llegamos Alicia (Eguren, su compañera, detenida desaparecida por la dictadura militar) y yo a Cuba, el peronismo tenía la leyenda negra difundida por nuestros enemigos”. Pero en otra carta anterior manifestaba su satisfacción porque en solo dos años de trabajar en Cuba “al peronismo se lo respeta y no hay campaña en contra. Los discursos de Fidel nos mencionan elogiosamente. La televisión y la prensa difunden nuestros mensajes y triunfos. Los equívocos iniciales desaparecieron por completo y se nos valora como corresponde. Mi acción personal ha contribuido a estos resultados”.

En un asado para celebrar la revolución del 25 de mayo de 1810, del que participan dirigentes comunistas, socialistas en ruptura con su partido y también Cooke, el Comandante Guevara se dirige a ellos y les dice: “Los exhorto a aprestarnos a celebrar otro 25 de mayo no ya en esta tierra generosa (Cuba), sino en la tierra propia y bajo los símbolos nuevos… bajo el símbolo de la construcción del Socialismo. Cuba y la revolución de 1810 no son nada más, ni nada menos, que la exposición de cómo los pueblos pueden ganar su victoria”.

Con esa idea que fue siempre la suya, de regresar a luchar en Argentina, Guevara impulsó y preparó en 1964 la formación del Ejército Guerrillero del Pueblo, que dirigiera el periodista Jorge Ricardo Massetti, Comandante Segundo, y que comenzó su etapa de preparación e instalación en el Norte de Argentina. Los pocos jóvenes comunistas de Córdoba y Capital que se sumaron a ese movimiento, fueron expulsados de la Federación Juvenil Comunista y descalificados como “aventureros”, “voluntaristas” y “pequeño-burgueses”… Calificativos similares recibieron de algunos dirigentes trotskistas, cuando lo que los compañeros del EGP (entre los cuales se encontraban algunos cubanos del riñón del Che), necesitaban entonces, en ese preciso momento histórico, era el apoyo de quienes debían ser sus compañeros de la izquierda, y que para sorpresa del propio Che, los llenaban de adjetivos calificativos pero no de solidaridad, salvo honrosas excepciones.

Por eso resaltó aún más la actitud de la gente del Peronismo, de Cooke, Armando Jaime, Rearte, Rulli, Valotta y su periódico “Compañero”, o del Movimiento de la Juventud Peronista y su periódico “Trinchera”, que en medio del Plan de Lucha de la CGT y del Operativo Retorno del General Perón, saludaban como “compañeros de lucha” y preparaban planes para rescatarlos, a quienes de verdad seguían las enseñanzas del Che.

Por supuesto que esos calificativos “aventureros, pequeños burgueses, voluntaristas”, surgían debidamente fundados en abundantes citas de clásicos marxistas, y cuando la represión castigaba a los que osaban seguir ese camino revolucionario, los burócratas grises de las revoluciones con escuadras y tiralíneas, proclamaban sin vergüenza alguna que ellos ya lo habían previsto y que ese golpe a los compañeros era la demostración de la justeza de sus líneas políticas y la comprobación del acierto de su justa valoración de las condiciones objetivas, subjetivas y del Estado actual de la lucha de clases. No lo hacían porque fueran malos sino porque se habían transformado en burócratas, recitadores de fórmulas y asalariados de aparatos que más que partidos, parecían sociedades anónimas. Por otra parte, esa descalificación llegaba al agravio de atribuirle al Che y sus seguidores, la sobrevaloración del foco guerrillero y el desprecio por otras formas de organización y lucha, como si hacer la revolución para el Che fuera cuestión de minorías armadas y no de mayorías trabajadoras, o de puntería y no de ideología.

Desde el peronismo sin tanto catecismo dogmático, con mucho sentido común y una voluntad de lucha nacida de nuestra propia historia y amasada al calor de proscripciones, persecuciones, cárceles y exilio, pero también con la experiencia que nacía de la práctica social de la violencia, de las huelgas insurreccionales y de los proyectos de golpes o “revoluciones militares”, se gestaron las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) que para sorpresa de muchos instaló en Taco Ralo, Tucumán, en septiembre de 1968, la primera guerrilla surgida en toda América Latina después de la muerte del Che Guevara.

Ese mérito del peronismo de haber sido de los primeros en seguir el ejemplo del Che, de haber recogido el fusil del compañero caído, nada ni nadie nos lo podrá quitar. Fuimos y ese es nuestro orgullo, hermanos del Che en la lucha concreta, en la que se da, aunque se pierda. Y aquel gesto revolucionario alumbró la voluntad de lucha de miles de jóvenes que se sumaron a la pelea, desde el propio peronismo, del marxismo, del cristianismo, del trotskismo, de todos los que supieron sentir como propia cualquier injusticia cometida contra cualquier ser humano.

Y la justeza de esa decisión de lucha no la opacó el fracaso personal de quienes fuimos detenidos en esa guerrilla, sino que se vio redoblada en las series de insurrecciones populares que culminaron apenas nueve meses después en el Cordobazo; y en el surgimiento de otras organizaciones como Montoneros, Fuerzas Armadas Revolucionarias, Ejército Revolucionario del Pueblo, Fuerzas Argentinas de Liberación y muchas más que mostraron que el ejemplo del Comandante Guevara prendía en una juventud que aprendió a vivir, luchar y morir por transformar el mundo y construir el Hombre Nuevo.

Para finalizar esta aproximación a la naturaleza de las relaciones entre el peronismo y el Che, terminamos rescatando algunos párrafos del homenaje que el General Perón rindiera públicamente, en octubre de 1967, a nuestro compañero y hermano mayor Comandante Ernesto Che Guevara.

“El peronismo, consecuente con su tradición y con su lucha como Movimiento Nacional, Popular y Revolucionario rinde su homenaje emocionado al Comandante Ernesto Che Guevara, guerrillero argentino muerto en acción empuñando las armas en pos del triunfo de las Revoluciones Nacionales en Latinoamérica (…)”.

“Su muerte me desgarra el alma porque era uno de los nuestros, quizás el mejor: un ejemplo de conducta, desprendimiento, espíritu de sacrificio, renunciamiento (…)”.

“Su vida, su epopeya, es el ejemplo más puro en que se deben mirar nuestros jóvenes, los jóvenes de toda América Latina”.

miércoles, 26 de enero de 2011

EL HIJO, PABLO NERUDA



Ay hijo, sabes, sabes
de dónde vienes?

De un lago con gaviotas
blancas y hambrientas.

Junto al agua de invierno
ella y yo levantamos
una fogata roja
gastándonos los labios
de besarnos el alma,
echando al fuego todo,
quemándonos la vida.

Así llegaste al mundo.

Pero ella para verme
y para verte un día
atravesó los mares
y yo para abrazar
su pequeña cintura
toda la tierra anduve,
con guerras y montañas,
con arenas y espinas.
Así llegaste al mundo.

De tantos sitios vienes,
del agua y de la tierra,
del fuego y de la nieve,
de tan lejos caminas
hacia nosotros dos,
desde el amor terrible
que nos ha encadenado,
que queremos saber
cómo eres, qué nos dices,
porque tú sabes más
del mundo que te dimos.

Como una gran tormenta
sacudimos nosotros
el árbol de la vida
hasta las más ocultas
fibras de las raíces
y apareces ahora
cantando en el follaje,
en la más alta rama
que contigo alcanzamos.

martes, 25 de enero de 2011

JUANA AZURDUY


Juana Azurduy,
flor del Alto Perú:
no hay otro capitán
más valiente que tú.

Oigo tu voz
más allá de Jujuy
y tu galope audaz,
Doña Juana Azurduy.

Me enamora la patria en agraz,
desvelada, recorro su faz;
el español no pasará
con mujeres tendrá que pelear.

Juana Azurduy,
flor del Alto Perú,
no hay otro capitán
más valiente que tú.

Truena el cañón,
préstame tu fusil
que la revolución
viene oliendo a jazmín.

Tierra del sol
en el Alto Perú,
el eco nombra aún
a Tupac Amaru.

Tierra en armas que se hace mujer,
amazona de la libertad.
Quiero formar
en tu escuadrón
y al clarín de tu voz
atacar.

PEQUEÑO REGALO DE UNA GRAN BANDA

lunes, 24 de enero de 2011

MARADONA, GALEANO


Jugó, venció, meó, perdió. El análisis delató efedrina y Maradona acabó de mala manera su Mundial del 94. La efedrina, que no se considera droga estimulante en el deporte profesional de los Estados Unidos y de muchos otros países, está prohibida en las competencias internacionales.
Hubo estupor y escándalo. Los truenos de la condenación moral dejaron sordo al mundo entero, pero mal que bien se hicieron oír algunas voces de apoyo al ídolo caído. Y no sólo en su dolorida y atónita Argentina, sino en lugares tan lejanos como Bangladesh, donde una manifestación numerosa rugió en las calles repudiando a la FIFA y exigiendo el retorno del expulsado. Al fin y al cabo, juzgarlo era fácil, y era fácil condenarlo, pero no resultaba tan fácil olvidar que Maradona venía cometiendo desde hacía años el pecado dc ser el mejor, el delito de denunciar a viva voz las cosas que el poder manda callar y cl crimen de jugar con la zurda, lo cual, según el Pequeño Larousse Ilustrado, significa «con la izquierda» y también significa «al contrario de como se debe hacer».
Diego Armando Maradona nunca había usado estimulantes, en vísperas dc los partidos, para multiplicarse el cuerpo. Es verdad que había estado metido en la cocaína, pero se dopaba en las fiestas tristes, para olvidar o ser olvidado, cuando ya estaba acorralado por la gloria y no podía vivir sin la fama que no lo dejaba vivir. Jugaba mejor que nadie a pesar de la cocaína, y no por ella.
Él estaba agobiado por el peso de su propio personaje. Tenía problemas en la columna vertebral, desde el lejano día en que la multitud había gritado su nombre por primera vez. Maradona llevaba una carga llamada Maradona, que le hacía crujir la espalda. El cuerpo como metáfora: le dolían las piernas, no podía dormir sin pastillas. No había demorado en darse cuenta de que era insoportable la responsabilidad de trabajar de dios en los estadios, pero desde el principio supo que era imposible dejar de hacerlo. «Necesito que me necesiten», confesó, cuando ya llevaba muchos años con el halo sobre la cabeza, sometido a la tiranía del rendimiento sobrehumano, empachado de cortisona y analgésicos y ovaciones, acosado por las exigencias de sus devotos y por el odio de sus ofendidos.
El placer de derribar ídolos es directamente proporcional a la necesidad de tenerlos. En España, cuando Goicoechea le pegó de atrás y sin la pelota y lo dejó fuera de las canchas por varios meses, no faltaron fanáticos que llevaron en andas al culpable de este homicidio premeditado, y en todo el mundo sobraron gentes dispuestas a celebrar la caída del arrogante sudaca intruso en las cumbres, el nuevo rico ése que se había fugado del hambre y se daba el lujo de la insolencia y la fanfarronería.
Después, en Nápoles, Maradona fue santa Maradonna y san Gennaro se convirtió en san Gennarmando. En las calles se vendían imágenes de la divinidad de pantalón corto, iluminada por la corona de la Virgen o envuelta en el manto sagrado del santo que sangra cada seis meses, y también se vendían ataúdes de los clubes del norte de Italia y botellitas con lágrimas de Silvio Berlusconi. Los niños y los perros lucían pelucas de Maradona. Había una pelota bajo el pie de la estatua del Dante y el tritón de la fuente vestía la camiseta azul del club Nápoles. Hacía más de medio siglo que el equipo de la ciudad no ganaba un campeonato, ciudad condenada a las furias del Vesubio y a la derrota eterna en los campos de fútbol, y gracias a Maradona el sur oscuro había logrado, por fin, humillar al norte blanco que lo despreciaba. Copa tras copa, en los estadios italianos y europeos, el club Nápoles vencía, y cada gol era una profanación del orden establecido y una revancha contra la historia. En Milán odiaban al culpable de esta afrenta de los pobres salidos de su lugar, lo llamaban jamón con rulos. Y no sólo en Milán: en el Mundial del 90, la mayoría del público castigaba a Maradona con furiosas silbatinas cada vez que tocaba la pelota, y la derrota argentina ante Alemania fue celebrada como una victoria italiana.
Cuando Maradona dijo que quería irse de Nápoles, hubo quienes le echaron por la ventana muñecos de cera atravesados de alfileres. Prisionero de la ciudad que lo adoraba y de la camorra, la mafia dueña de la ciudad, él ya estaba jugando a contracorazón, a contrapié; y entonces, estalló el escándalo de la cocaína. Maradona se convirtió súbitamente en Maracoca, un delincuente que se había hecho pasar por héroe.
Más tarde, en Buenos Aires, la televisión trasmitió el segundo ajuste de cuentas: detención en vivo y en directo, como si fuera un partido, para deleite de quienes disfrutaron el espectáculo del rey desnudo que la policía se llevaba preso.
«Es un enfermo», dijeron. Dijeron: «Está acabado». El mesías convocado para redimir la maldición histórica de los italianos del sur había sido, también, el vengador de la derrota argentina en la guerra de las Malvinas, mediante un gol tramposo y otro gol fabuloso, que dejó a los ingleses girando como trompos durante algunos años; pero a la hora de la caída, el Pibe de Oro no fue más que un farsante pichicatero y putañero. Maradona había traicionado a los niños y había deshonrado al deporte. Lo dieron por muerto.
Pero el cadáver se levantó de un brinco. Cumplida la penitencia de la cocaína, Maradona fue el bombero de la selección argentina, que estaba quemando sus últimas posibilidades de llegar al Mundial 94. Gracias a Maradona, llegó. Y en el Mundial, Maradona estaba siendo otra vez, como en los viejos tiempos, el mejor de todos, cuando estalló el escándalo de la efedrina.
La máquina del poder se la tenía jurada. Él le cantaba las cuarenta, eso tiene su precio, cl precio se cobra al contado y sin descuentos. Y el propio Maradona regaló la justificación, por su tendencia suicida a servirse en bandeja en boca de sus muchos enemigos y esa irresponsabilidad infantil que lo empuja a precipitarse en cuanta trampa se abre en su camino.
Los mismos periodistas que lo acosan con los micrófonos, lc reprochan su arrogancia y sus rabietas, y lo acusan de hablar demasiado. No les falta razón; pero no es eso lo que no pueden perdonarle: en realidad, no les gusta lo que a veces dice. Este petiso respondón y calentón tiene la costumbre de lanzar golpes hacia arriba. En el 86 y en el 94, en México y en Estados Unidos, denunció a la omnipotente dictadura de la televisión, que estaba obligando a los jugadores a deslomarse al mediodía, achicharrándose al sol, y en mil y una ocasiones más, todo a lo largo de su accidentada carrera, Maradona ha dicho cosas que han sacudido el avispero. Él no ha sido el único jugador desobediente, pero ha sido su voz la que ha dado resonancia universal a las preguntas más insoportables: ¿Por qué no rigen en el fútbol las normas universales del derecho laboral? Si es normal que cualquier artista conozca las utilidades del show que ofrece, ¿por qué los jugadores no pueden conocer las cuentas secretas de la opulenta multinacional del fútbol? Havelange calla, ocupado en otros menesteres, y Joseph Blatter, burócrata de la FIFA que jamás ha pateado una pelota pero anda en limusinas de ocho metros y con chófer negro, se limita a comentar:
—El último astro argentino fue Di Stéfano.
Cuando Maradona fue, por fin, expulsado del Mundial del 94, las canchas de fútbol perdieron a su rebelde más clamoroso. Y también perdieron a un jugador fantástico. Maradona es incontrolable cuando habla, pero mucho más cuando juega: no hay quien pueda prever las diabluras de este inventor de sorpresas, que jamás se repite y que disfruta desconcertando a las computadoras. No es un jugador veloz, torito corto de piernas, pero lleva la pelota cosida al pie y tiene ojos en todo el cuerpo. Sus artes malabares encienden la cancha. El puede resolver un partido disparando un tiro fulminante de espaldas al arco o sirviendo un pase imposible, a lo lejos, cuando está cercado por miles de piernas enemigas; y no hay quien lo pare cuando se lanza a gambetear rivales.
En el frígido fútbol de fin de siglo, que exige ganar y prohibe gozar, este hombre es uno de los pocos que demuestra que la fantasía puede también ser eficaz.

ALEJANDRA ORLANDI

miércoles, 19 de enero de 2011

Pedagogía del aburrido. Cuando los medios arruinaron la fiesta universitaria




Décadas prodigiosas

Los años 60 fueron una década prodigiosa, tanto o más que los años 20: las dos décadas más ricas del siglo XX. No sólo pasó de todo en ellas, sino que además se erigieron monstruosas escuelas de pensamiento, llamados a la reflexión, catedrales de conceptos, que no le iban en zaga a esa realidad tormentosa, abigarrada y a la vez tremendamente fluida que les tocó vivir a sus contemporáneos.

Es más. Podríamos hasta aventurar que en más de una ocasión la densidad teórica que trataba de estrujar la trama del presente era mayor que esta misma realidad, al punto de que la sedimentaba y la cuarteaba demasiado hondo o demasiado profundamente.


Hoy la situación es exactamente la inversa. La realidad desborda las figuras del pensamiento raído, débil, vaporosa. La realidad aniquila con su hipercomplejidad las fórmulas vacías y fofas de un pensamiento binario anquilosado, haciéndonos añorar a la escuela de Frankfurt, al marxismo estructuralista, a la fenomenología sartreana o a la imaginación instituyente de un Castoriadis, sólo para recordar algunos pliegues del pensamiento duro reciente.

Por eso cuando alguien se anima, si no a volver a los 60 o a los 20, pero sí al menos a hacerle cortocicuito a la comodidad de la repetición sumisa, o al facilismo de festejar la impensabilidad o la resignación, hay que sacarse el sombrero y volver a ponerse la cabeza en su lugar.

Quienes lograron realizar esta mediamorfosis tan necesaria son esta vez dos autores pasmosamente desaparecidos hace unos meses, los irreverentes y al mismo tiempo convulsionantes Cristina Corea e Ignacio Lewkowicz.

En una obra póstuma, Pedagogía del aburrido. Escuelas destituidas, familias perplejas (Paidós, 2004), los autores se han animado a lidiar con el tándem familia-escuela en tiempos de fluidez, no sólo leyendo el agotamiento de la institución familiar y del dispositivo pedagógico, de lo cual hay sobradas muestras en todos los niveles del campo educativo, sino percibiendo, registrando las operaciones de composición que realizan los niños y los adultos para habitar las condiciones contemporáneas.

Destitución/Composición

Si la destitución de la subjetividad pedagógica, de la institución materna, del concepto de infancia, objetos de reflexión de la primera parte del libro, rastrea las ausencias, aquello que falta, la composición permite dar cuenta de lo que efectivamente hay, es decir, de las presencias.

Con finísima percepción los autores analizan las operaciones que realizan los niños y los jóvenes, con la televisión, con las nuevas tecnologías informacionales, con los modelos mediáticos, así como también incursionan en los nuevos modos de vinculación y fraternidad adolescente.

En la segunda parte del libro surge una pregunta por demás polémica: ¿existe el pensamiento infantil? Porque de ser así, parecería que la subjetividad adulta es incapaz de percibir su dimensión, a menudo decodificada como ocurrencia, gracia, anécdota.

Este libro nos interpela a los adultos, no sólo porque pone en cuestión los procedimientos de la pedagogía clásica y crítica, sino porque exige -y a la vez propone- un ejercicio del pensamiento que permite abordar la experiencia de los chicos y los jóvenes tal como se configura en las condiciones actuales. Pensar en los límites de la experiencia pedagógica, pensar a partir de lo que se manifiesta en el aburrimiento es el primer paso para llegar a nuevos puntos de partida.

Todo el libro está atravesado por intuiciones sagaces, diagnósticos convincentes, lecturas atinadas y enriquecedoras. Pero antes de perdernos en la abstracción y el elogio empalagoso, acompañemos uno de los mejores capítulos del libro, cual es el 11, justamente subtitulado Subjetividad pedagógica, subjetividad mediática, subjetividad informacional.

Varias aclaraciones y balizamientos previos. Si bien Corea murió en el 2004 sus trabajos incluidos en esta compilación datan al menos de 10 años atrás. Este en particular se inicia con un relevamiento de la producción escritural de los alumnos universitarios en los inicios del menemismo.

En vez de escandalizarnos frente a la constatación de que una década más tarde tal diagnóstico empeoró peligrosamente, al comprobar que los chicos eran/son incapaces de escribir coherentemente, no pueden ni quieren argumentar, o que en la mayoría de los casos ni siquiera comprenden/comprendían las consignas, Cristina relevó hace una década –justo en los albores de una reforma educativa que no vio ninguno de estos indicios– un hecho excepcional.

Cuando justificar no está en el programa cognitivo

Para estos chicos –y para sus herederos una década más tarde– las preguntas del tipo "justifique tal o cual cosa" eran inmediatamente convertidas en un vómito arrasador en el cual los chicos decían todo lo que sabían acerca de tal o cual autor o cosa, incapaces como eran/son de ejercer operaciones sobre el saber.

El dato no es menor porque alude a una realidad que los pedagogos ignoran sistemáticamente, y que en tales circunstancias los inhabilita para ejercer adecuadamente la docencia, pero mucho más aún para imaginar cualquier nuevo tipo de práctica pedagógica.

Lo que Corea descubrió fue que los problemas de incomprensión a nivel universitario no son problemas de deterioro, sino algo mucho más radical: testimonian la falta de una producción de subjetividad que el discurso requiere.

Si las respuestas a los interrogantes, evaluaciones o las de los parciales universitarios eran/son masivamente impertinentes, ello no se debía a fallas en el uso de los conectores o en las organizaciones lógicas –como generalmente se pasteuriza el problema y se lo simplifica hasta el paroxismo indiferente–, sino que el problema era/es de fondo, es decir de falta de subjetividad.

Si los sujetos no pueden contestar este tipo de preguntas, ni valorar cierto tipo de preocupaciones, ni mucho menos gozar con el juego de desvelamiento/ocultamiento que los procesos del saber/ignorancia inauguran o hacen reverberar, ello se debe a que los alumnos no están constituidos en el entorno de la subjetividad universitaria –no al menos en esa subjetividad universitaria que fue la nuestra, y que nosotros creemos ingenuamente que debe ser la suya, 20, 50 o más años después de haberla vivido cuando muchos creen que esa es la casa del ser... intelectual o profesional.

Insoportabilidad áulica

Como nos sucede a casi todos en las aulas de grado, estar en clase es estar en una situación generalmente in-soportable. Los chicos hablan, se besan, juegan, dialogan permanentemente, el murmullo de fondo remeda al ruido de la TV. Y si el docente se (nos) anima a llamarles la atención o a invitarlos a salir de la clase la respuesta es tan poco ortodoxa como su comportamiento. Puede ser que se callen un rato, o que insistan en que no están hablando ni molestando, o que retruquen entre extrañados y molestos, pero de ningún modo están dispuestos a dejar el aula.

Lo que Corea entendió mejor que muchos otros es que la interpelación está mal enderezada. Creemos estar hablándoles a sujetos universitarios, como fuimos nosotros en su momento y como pretendemos seguir siéndolo en el presente nuestro (ortogonal con el de los chicos), pero en realidad nos contesta un sujeto publicitario.

Los chicos se comportaban hace una década atrás, y mucho más hoy, al uso mediático y no al universitario. Para pensar este desdoblamiento Corea utilizó la idea de desacople entre discursos y recurrió a la noción psicoanalítica de síntoma, que mostraría el fracaso de las operaciones discursivas.

El desacople fue el precursor de un concepto más radical que encontraría su culminación en el derrocamiento del rey desnudo, el presidente De la duda, cual fue el de desfondamiento o destitución de las instituciones. Porque si alguna vez hubo integración entre escuela, familia y sociedad, ello sóo fue posible en tiempos estatales cuando el Estado producía subjetividad (tema recorrido en todos los capítulos iniciales del libro, así como en las dos obras más poderosas de Ignacio Lewkowicz, como lo fueron Sucesos Argentinos y Pensar sin Estado. La subjetividad en la era de la fluidez).

El desfondamiento institucional destruyó la armonía de las subjetividades que en vez de encastrarse entre sí, se fragmentan y desdoblan en universitaria, escolar, familiar con solución de continuidad.

De la falta a la presencia

La genialidad de Corea fue ver allí donde todos siempre encontrábamos una falta, detectar al revés un lleno; donde todos sólo veíamos la ausencia, encontrar una presencia de orden y magnitud distinta e inusual, pero plena. A saber la existencia de otra subjetividad, no de su ausencia lisa y llana. Se trata de la subjetividad mediática que se traduce en otro tipo de expertise: el opinionismo (y la promoción de los opinólogos, o todólogos), la habilidad para hacer zapping, la lectura de imágenes.

El desacople no es la falta de habilidad sino el desencuentro entre un tipo de habilidades, las mencionadas anteriormente, que encastran en los chicos y jóvenes de hoy, y la demanda de subjetividad universitaria como la que se generaba varias décadas atrás y de la que nosotros nos jactamos como posesos.

He aquí la clave tan temida. Los medios no son el grado cero de la subjetividad, no son la inversa "maldita" del saber y del conocer, sino que son productores de una subjetividad antagónica o agónica de la universitaria o la letrada.

Para Corea los medios empezaron a ser instituciones. Pero hecha la ley hecha la trampa. Porque si antes ella se debatía entre un instituido en decadencia cual era el universitario y su sometimiento al instituido mediático, al hacer esta contraposición Corea y sus muchachas caían en un dualismo binario atravesado por la ideología -aunque, claro, con su implacable lucidez ella misma fue la primera en darse cuenta.

Para ella en 1993 y para la mayoría de los críticos una década más tarde, los medios arruinaban la fiesta universitaria (hasta llegar al paroxismo en la endecha sartoriana del Homo Videns). Sin embargo a pesar de esta limitación la ganancia era evidente. Por primera vez el universitario no era simplemente el que faltaba (a la demanda de lecturas adecuadas, a la exigencia de escritura letrada, al requisito de comportamiento adecuado, a la necesidad del habla sancionada) sino otro tipo subjetivo.

La pedagogía del aburrimiento

El tema de la pedagogía del aburrimiento empezó a presentarse entonces de un modo inédito. No se trataba -como docente motivador– de convertirse en el monigote de los alumnos, en el bufón del rey, o en el Pettinato o el Tinelli de las aulas, sino de contrastar una expertise frente a otra. La del alumno con su capacidad de leer imágenes y ausencia de cultura letrada, con la posición simétrica del lado del docente (quienes deberían empezar a leer los dos Alberto Manguel no sólo el de Una historia de la lectura. sino sobre todo el de Leyendo imágenes, así como los dos John Berger no solo el de El tamaño de una bolsa, sino sobre todo el de Acerca del ver -como anfibios que son ambos en la valoración y el goce de leer y escribir palabras, pero también de leer e inscribir imágenes).

Corea entonces –y yo hasta ayer nomás– estábamos obsesionados buscando restituir la subjetividad universitaria. Todo valía para pacificar nuestra turbación y molestia. Provocar, explicar, requete-explicar, ilustrar, comentar, ejemplificar con otros medios (cine sobre todo). Nada pedagógico nos era ajeno. Los parciales modelo, la devolución de parciales, la comparación de las respuestas con las consignas, la respuesta ejemplar comparativa. Todo llegaba con más o menos entusiasmo pero sin logros duraderos ni mayor éxito en cuanto a revertir la desinstitución universitaria.

Por suerte Corea no se amilanó ante tanto fracaso y buscó otra forma de encarar la problemática. Fue cuando le añadió al diagnóstico consuetudinario "los chicos no leen ni escriben", un complemento clave, a saber "como la escuela necesita que lean y escriban".

Porque los chicos de Villa Lugano insisten en que ellos leen revistas y leen a la televisión, leen imágenes. También leen otros idiomas (como hacía mi papá) cuando pispeaba revistas en inglés y creia estar entendiendo lo que se imaginaba.

Así como la computadora multiplicó, en vez de reducir y esclavizar las formas de escritura, la proliferación de modos de leer polisemantizó la tarea de lectura volviendo a la noción mucho mas etérea y multiforme que antaño.

Si en épocas de hegemonía estatal la lectoescritura era homogénea, en tiempos de la disolución estatal estas dos operaciones teóricamente simétricas de otrora se escinden y la lectura va por un lado y la escritura va por otro. Y además -como el advenimiento de la pantalla lo corrobora una y otra vez- se trata de lecturas y escrituras en diferentes y contrastados soportes.

Diferencias que enriquecen

Lo que escandaliza a Pedro Barcia, presidente de la Academia Argentina de Letras, a saber la proliferación del chateo como amenaza a la escritura universitaria, tal vez sea más serio y fundado de lo que él mismo cree. Sólo que lo que Barcia ve como objeto de condena nosotros lo leemos en clave de diferencia enriquecedora. Pero claro escribir en el chat no tiene nada que ver con escribir una monografía. En el chat nadie le cuenta nada a nadie (para eso están el mail, el teléfono y la presencia misma). En el chat lo que predomina es la función fática de contacto y reaseguro de la presencia abierta de un canal.

Mientras Corea y su equipo quedaban anclados en estas categorías sus intervenciones eran restitutivas. Hasta que un día hicieron clic y se dieron cuenta y empezaron a aceptar (¿cuándo lo haremos nosotros, cuándo lo hará la institución escolar?) que los chicos usan a la universidad y a la comisión como un entorno para estar juntos. En el desdoblamiento de las instituciones se producía este tipo de comportamiento galponil.

Pero el clic traería un costo y ese costo fue desinteresarse por lo pedagógico. Porque este hacia resistencia a lo que realmente está pasando en el aula que es la reinvención mediática de la subjetividad con los residuos cognitivos de lo extraáulico. Y eso llevaba necesariamente a interesarse por algo que hace décadas nos apasiona a saber el modo en que los chicos se relacionan con la tecnología.

Porque contrariamente a todo lo que la sana crítica nos viene inculcando desde hace décadas, es en la televisión y con la televisión que los chicos se constituyen.

Es más que probable que la televisión sea una vía de conexión y de cohesión en la fluidez. Contrariamente a lo que los críticos apresurados de la TV suponen, la experiencia televisiva no necesariamente debe ser dispersiva sino que también puede tener funciones cohesivas.

Pero meterse con la TV es meterse con la ecología de los medios. La TV es sólo un nodo en la gran cadena de los medios que conecta con internet, el merchandising, los megashows. Lo más llamativo es que Corea y su equipo sólo pudieron empezar a ver el lado bueno de la televisión cuando abandonaron la pretensión de enseñar. Al dejar de ver al aburrido desde el aula sino operando como usuario descubrieron que aquí no hay más aburrido que el docente, por cuanto el ex aburrido es ahora un sujeto hiperconectado.

Cuando la pedagogía es un obstáculo para habitar la TV

Cristina lo dice con una sentencia que es una bofetada una dificultad para habitar el entorno mediático es seguir pensando a la TV en clave pedagógica. Ahora sí las cosas están más equilibradas. Si Sartori, pero también si Popper, Bourdieu, Postman y Derrida quiere pensar que la televisión es un obstáculo para la pedagogía, nosotros con Corea, con Ulmer, con Gonzalo Frasca, con Susana Pajares Tosca queremos pensar que la pedagogía es un obstáculo para habitar la TV.

Lo que Corea descubrió y que nosotros tendremos que elaborar por nuestra cuenta no es nada fácil. A saber, que el chico está siempre para ser educado. Y que lo que no educa (es el ejemplo de la TV o de internet) necesariamente lo malogra. Y no hay terceras opciones. O no habría. pero sí que las hay.

Pues bien, siguiendo a Corea, trabajando otras nociones, poniéndonos en movimiento dentro de la red podemos imaginar más alternativas y propuestas, que van todas en dirección de una inversión del camino pedagógico tradicional.

En aquel el saber está arriba y la pedagogía y la didáctica lo llevan abajo, de la mente ilustrada del docente a la tábula rasa del párvulo.

En la práctica que proponemos aquí los procesos van de abajo hacia arriba. Todos somos esclavos como aquel al que Platón le demuestra que sabe de geometría. El saber tácito vale igual o más que el formalizado, y los medios al ser instituciones están en pie de igualdad, sino por encima de la escuela. Je... flor de inversión. A trabajar pues desde este nuevo lugar.

ALEJANDRA ORLANDI

martes, 18 de enero de 2011

El arte de la impostura,de "Crónicas del Angel Gris", por Alejandro Dolina


El hombre de nuestros días vive tratando de causar buena impresión. Su principal desvelo es la aprobación ajena. Para lograrla existen diferentes métodos y estrategias.
Algunos ejercen la inteligencia, otros se deciden por la tenacidad o la belleza, otros cultivan la santidad o el coraje.
Sin embargo, por ser todas estas virtudes muy difíciles de cumplir, ciertos pícaros se limitan a fingirlas.
Por cierto que tampoco esto es sencillo: el engaño es una disciplina que exige atenciones y cuidados permanentes.
Por suerte para los hipócritas y simuladores, existe desde hace mucho tiempo el Servicio de Ayuda al Impostor.

I Basándose en modernos criterios científicos, los especialistas de la organización instruyen, aconsejan, dictan clases, resuelven casos particulares y difunden las técnicas más refinadas para obtener apariencias provechosas.
Cuando algún zaparrastroso quiere presumir de elegante, el Servicio le recomienda sastres, lociones y corbatas.
Si se trata de aparentar cultura, el cliente tiene a su disposición frases hechas, aforismos brillantes y gestos de suficiencia.
Los que pretenden pasar por guapos son adiestrados en el arte del aplomo y la compadrada.
Muchos pobres practican para fingirse ricos, y muchos ricos se esfuerzan por parecer indigentes.
Hay que decir que algunos postulantes son muy adoquines y no alcanzan a completar los cursos. Otros tienen características tan marcadas que resulta imposible disimularlas.
Durante muchos años, los hipócritas aplazados debieron resignarse a mostrar crudamente sus verdaderas y abominables condiciones, o bien a ser descubiertos en sus torpes fraudes. Pero con el tiempo, el Servicio encontró una fórmula drástica para socorrer a los menos favorecidos. Así nació el reemplazo liso y llano como recurso extremo.
Imaginemos a un morocho tratando infructuosamente de ingresar en un selecto club nocturno. El hombre fracasa con las tinturas y el maquillaje.
Inmediatamente el servicio designa a un rubio cabal en su reemplazo. El impostor entra sin problemas a la milonga y en nombre del morocho rechazado baila y se divierte toda la noche.
Los ejemplos son innumerables: estudiantes mediocres que se hacen reemplazar en los exámenes; enamorados tímidos que -como Cyrano de Bergerac- mandan en su lugar a un picaflor; empleados capaces que para lograr un ascenso envían a un chupamedias y personas hartas de su familia que se hacen substituir en los cumpleaños.
El Servicio de Ayuda al Impostor ha ido perfeccionando la tecnología del reemplazo con disfraces impecables. Se sospecha que hoy en día, la mayoría de las personas que uno trata son en realidad agentes de la organización. Nuestros amigos, nuestras novias, nuestros gobernantes y nuestros cuñados pueden haber sido reemplazados por impostores profesionales. Tal vez yo mismo estoy fingiendo escribir estas minucias a nombre y beneficio de un cliente llamado Dolina. Tal vez usted, que finge leerme, esté reemplazando a alguien que no se atreve a confesar que los mitos de Flores lo tienen harto.

II Los gobiernos, lo mismo que las personas particulares, viven preocupados por la opinión de los de afuera. Continuamente sugieren a la población la necesidad de mejorar lo que se llama imagen exterior.
Para lograrlo se promueve la difusión de nuestros aspectos más brillantes. Cuando nos visitan los extranjeros, se les muestran nuestros rincones más presentables, se les hace comer una empanada y se les obliga a escuchar a la orquesta de Osvaldo Pugliese.
La exaltación de nuestros méritos va casi siempre acompañada de un cuidadoso disimulo de nuestros defectos. Además, en tren de aparentar y a falta de extranjeros, se suele hacer bandera ante los propios criollos.
Con toda insistencia se señala que los médicos argentinos son los mejores del mundo, para no mencionar a los enfermos. Si se produce algún desperfecto en una transmisión internacional, los locutores se apresuran a aclarar que el jarabe se ha originado en el satélite alemán, con lo cual nos quedamos todos tranquilos.
La actitud temerosa del juicio ajeno es proverbial en el periodismo. Hace poco una cronista aprovechó su paso por Roma para consultar a los transeúntes italianos acerca de nuestra nueva situación institucional. Los televidentes recibieron varias reflexiones, expresadas en cocoliche que, en general, nos perdonaban la vida. Al final de la encuesta, la cronista no podía ocultar su satisfacción. Habíamos pasado la difícil prueba de agradar a los heladeros de la Vía Marguta.
No estaría mal recurrir al Servicio de Ayuda al Impostor para perfeccionar nuestras representaciones ante los extraños.
La solvencia de la organización nos permitiría aparentar cualquier cosa: que tenemos 100 millones de habitantes, que somos prósperos, que somos poderosos. Se podrían editar censos adulterados y mapas fraudulentos que nos muestren en el doble de nuestra extensión.
Manuel Mandeb recomendó alguna vez la conveniencia de fingirnos el Japón, para desconcertar a nuestros enemigos. El pensador de Flores proponía que todos nos estiráramos los ojos con los dedos y habláramos pronunciando las erres como eles.
Aquí se nos viene encima una duda: ¿no será que otros países ya nos están engañando? La mentada potencia norteamericana puede ser nada más que una ficción creada por los impostores del norte. A lo mejor, Suecia es un país tropical, pero lo disimula. Quizá la Unión Soviética es una pequeña república del Africa y Luxemburgo es en verdad el mayor país del mundo.
En todo caso, antes de encarar cualquier acción para mejorar nuestra imagen externa es indispensable decidir cuál es la sensación que se quiere dejar. Si dispersamos nuestros esfuerzos en simulaciones diferentes e inconexas, los resultados habrán de ser más bien confusos. Dígasenos de una vez qué fingiremos ser: ¿una nación apacible? ¿una nación encrespada? ¿una nación limpia? ¿una nación angloparlante?
Los tratadistas reconocen tres tipos de impostura: horizontal, ascendente y descendente. La última consiste en mostrarse peor de lo que se es. Y no faltan economistas que postulan este camino para despertar la conmiseración internacional.

III Los teóricos más barrocos del Servicio creen que la impostura es un arte. Y más aún: afirman que todo arte es una impostura. Cien gramos de pinturas al aceite se nos aparecen como un rostro misterioso o como un paisaje lunar. Quinientos kilos de bronce pretenden ser el cuerpo de Hércules. Una curiosa combinación de tintas y papeles es presentada como el alma de un hombre atormentado.
Solamente la música está libre de simulaciones. Un acorde en mi menor es precisamente eso y no pretende ser nada más.
Los teóricos también han defendido el carácter ético de la impostura ascendente. El argumento principal no es muy novedoso: de tanto aparentar bondad, uno acaba por ser bueno.
Faltan en esta monografía datos concretos que permitan al lector la contratación del Servicio.
Lamentablemente, no es posible ofrecerlos.
Para empezar, nadie sabe cuál es la ubicación de la entidad. A veces, el local asume el aspecto de un almacén. Otras veces, se aparece como un copetín al paso, o como una estación de ferrocarril. Los impostores son siempre consecuentes con sus representaciones y por más que uno les plantee sus necesidades, insisten en vender garbanzos, servir una ginebra o despachar un boleto de ida y vuelta a Caseros.
Es cierto que a menudo aparecen impostores ofreciendo sus servicios. Pero la organización ya ha advertido al público que se trata en realidad de falsos impostores que deben ser denunciados a la policía.

IV Vaya uno a saber cuántos ridículos firuletes habremos hecho los criollos para agradar a los polacos y coreanos.
¿Estaremos bien? ¿No seremos una nación fuera de lugar? ¿Qué pensarán de nosotros estos visitantes holandeses? ¿Le ha gustado nuestra autopista, señor Smith? ¡Cuidado, disimulen que ahí viene un francés! ¿No estaremos desentonando en el concierto internacional?
Yo creo que tal vez no importa desentonar en un concierto que parece dirigido por Mandinga.
Vale la pena intentar el camino difícil, el más penoso, el más largo pero también el más seguro. Es el camino de la verdad. El que quiera parecer honrado, que lo sea. El que quiera fama de valiente, que se la gane a fuerza de guapeza.
Y si queremos que el mundo piense que somos una gran nación, sepamos que lo más conveniente es ser de veras una gran nación.
Mientras llegan esos tiempos, podríamos empezar a fingir que no fingimos.

sábado, 15 de enero de 2011

Carta del General Perón con motivo de la muerte del Che


"Compañeros:

Con profundo dolor he recibido la noticia de una irreparable pérdida para la causa de los pueblos que luchan por su liberación. Quienes hemos abrazado este ideal, nos sentimos hermanados con todos aquellos que en cualquier lugar del mundo y bajo cualquier bandera, luchan contra la injusticia, la miseria y la explotación. Nos sentimos hermanados con todos los que con valentía y decisión enfrentan la voracidad insaciable del imperialismo, que con la complicidad de las oligarquías apàtridas apuntaladas por militares títeres del Pentágono mantienen a los pueblos oprimidos.

Hoy ha caído en esa lucha, como un héroe, la figura joven más extraordinaria que ha dado la revolución en Latinoamérica: ha muerto el Comandante Ernesto Che Guevara.

Su muerte me desgarra el alma porque era uno de los nuestros, quizás el mejor: un ejemplo de conducta, desprendimiento, espíritu de sacrificio, renunciamiento. La profunda convicción en la justicia de la causa que abrazó, le dio la fuerza, el valor, el coraje que hoy lo eleva a la categoría de héroe y mártir.

He leído algunos cables que pretenden presentarlo como enemigo del Peronismo. Nada más absurdo. Suponiendo fuera cierto que en 1951 haya estado ligado a un intento golpista, ¿qué edad tenia entonces?. Yo mismo, siendo un joven oficial, participé del golpe que derrocó al gobierno popular de Hipólito Irigoyen. Yo también en ese momento fuí utilizado por la oligarquía. Lo importante es darse cuenta de esos errores y enmendarlos. ¡Vaya si el Che los enmendó!.

En 1954, cuando en Guatemala lucha en defensa del gobierno de Jacobo Arbenz ante la prepotente intervención armada de los yanquis, yo personalmente dí instrucciones a la Cancillería para que le solucionaran la difícil situación que se le planteaba a ese valiente joven argentino; y fue así como salio hacia México.

Su vida, su epopeya, es el ejemplo más puro en que se deben mirar nuestros jóvenes, los jóvenes de toda América Latina.

No faltarán quienes pretendan empalidecer su figura. El imperialismo temeroso del enrome prestigio que ya había ganado en las masas populares; otros, los que no viven las realidades de nuestros pueblos sojuzgados. Ya me han llegado noticias de que el Partido Comunista Argentino, solapadamente, está en campaña de desprestigio. No nos debe sorprender ya que siempre se ha caracterizado por marchar a contramano del proceso histórico nacional. Siempre ha estado en contra de los movimientos nacionales y populares. De eso podemos dar fe los peronistas.

La hora de los pueblos ha llegado y las revoluciones nacionales en Latinoamérica son un hecho irreversible. El actual equilibrio será roto porque es infantil pensar que se pueden superar sin revolución las resistencias de las oligarquía y de lo monopolios inversionistas del imperialismo.

Las revoluciones socialistas se tiene que realizar; que cada uno haga la suya, no importa el sello que ella tenga. Por eso y para eso, deben conectarse entre sí todos los movimientos nacionales, en la misma forma en que son solidarios entre si los usufructuarios del privilegio. La mayoría de los gobiernos de América latina no van a resolver los problemas nacionales sencillamente porque no responden a los intereses nacionales. Ante esto, no creo que las expresiones revolucionarias verbales basten. Es necesario entrar a la acción revolucionaria, con base organizativa, con un programa estratégico y tácticas que hagan viable la concreción de la revolución. Y esta tarea, la deben llevar adelante quienes se sientan capaces. La lucha será dura, pero el triunfo definitivo será de los pueblos. Ellos tendrán la fuerza material circunstancialmente superior a la nuestra; pero nosotros contamos con la extraordinaria fuerza moral que nos da la convicción en la justicia de la causa que abrazamos y la razón histórica que nos asiste.

El Peronismo, consecuente con su tradición y con su lucha, como Movimiento Nacional, Popular y Revolucionario, rinde su homenaje emocionado al idealista, al revolucionario, al Comandante Ernesto Che Guevara, guerrillero argentino muerto en acción empuñando las armas en pos del triunfo de las revoluciones nacionales en Latinoamérica".

Juan Domingo Perón

miércoles, 12 de enero de 2011

COPLAS AL COMPADRE JUAN MIGUEL

Entendamos lo siguente


Voy a tratar de ser lo mas explicativa posible, (tal vez por demás), y por ahí suene en muchos aspectos redundante, pero necesito que la gente de una vez y para todas entienda la importancia de la ley de servicio de comunicación audiovisual.
Los medios de comunicación masivos, producen una gran cantidad de masas, En nuestra vida cotidiana estamos permanentemente en contacto con estos medios masivos, y esto hace que los naturalicemos, y no nos detengamos a pensar el proceso que llevamos a cabo cuando recibimos los mensajes, ya que vivimos en una sociedad mediatizada.
Aunque a unos pocos les parezca favorable, por ejemplo a los monopolios, estamos ante un fenómeno llamado industria cultural.
Algunos pensadores lo ven como favorable, ya que se difunde la cultura, y que hoy en dia cualquiera tiene acceso a, por ejemplo, la mona lisa, ya que llego a aparecer hasta en un frasco de mermelada; por otro lado, la impronta artística del autor de la obra, se pierde, pero, eso es otro tema para debatir.
La industria cultural, consiguió su mejor aliado en los medios de comunicación, por su gran difusión. Y usted dirá, ¿Qué tiene de malo esto, vivimos en occidente donde rige el sistema capitalista, un sistema individualista donde cada quien defiende su ganancia?
Y es lo siguiente, los medios de comunicación, al crearse los multimedios perdieron su función, que es la de informar, y comenzaron a pensar en beneficios económicos propios, y aquí es donde entran los monopolios. Estos son agrupaciones de empresas con un fin determinado (desinformar).
Los monopolios estaban prohibidos hasta el gobierno de Carlos Me… (Por las dudas no completemos su nombre), que estratégicamente permitió la aglomeración de empresas creando así multimedios.
Pero nadie se puso a pensar en lo que el ciudadano, receptor, audiencia, o como le gsute mas llamar, que con inocencia alimenta el comercia de los mismos, hasta ahora y por eso están necesaria esta ley de medios.
De todos modos, cabe aclara que aun hay personas que hacen su trabajo desinteresadamente, sino, lo estaríamos mirando desde la imposibilidad de actuar, y créame, usted vive en democracias, y le guste a algunos o no, es el mejor sistema que podemos tener.
Espero haber sido clara. Un abrazo.

ALEJANDRA ORLANDI

martes, 11 de enero de 2011

La nueva forma de esclavitud del siglo XXI


La trata de personas, por desgracia es un fenómeno global.
Esta en tercer lugar, luego del tráfico de drogas y de armas, y debido a su fin lucrativo, cada día se implementa nuevos casos de desaparición en el mundo, no es casual que más de 130 países hayan denunciado esta práctica en su territorio.
Los captores, utilizan entre otros medios, la extorción, el engaño, y sobre todo el abuso de poder, ya que en su gran mayoría las victimas están en situación de vulnerabilidad; el 80% de este sistema macabro, son mujeres, y niñas, que son utilizadas con el fin de ser explotadas sexualmente.
Dos de las causas más relevante en cuanto a la vulnerabilidad son condiciones materiales, de una vida precaria o inmigración ilegal, con la cual en el primer caso se aseguran de que la familia no tenga la manera de comprobar donde está su familiar desaparecido. Ya que esta organización mafiosa se maneja con total impunidad y complicidad de los estados y sus entes de seguridad y justicia. Sumamos a esto el anhelo de salir de esta situación de las víctimas, que son engañadas en muchos casos, con propuestas de trabajo y otras actividades, creyendo las mismas, que es una forma de asegurar el pan para su hogar, o la escapatoria al mismo.
En el segundo caso, tenemos la migración ilegal, donde los cazadores, de esta manera se aseguran de que los familiares y entorno de la víctima, esté ausente, y principalmente se certifican que la mujer o niña, en caso de escaparse, no pueda denunciarlos ni acusarlos, ya que son indocumentadas.
Uno de los lugares más implicados en esto, es la ciudad de Juárez, ubicada en México.
En su gran mayoría las victimas aquí, tienen una edad promedio entre 13 y 22 años.
Las adolecentes de Juárez, viven en constante persecución, por el solo hecho de ser el deseo sexual de los victimarios, y por lo tanto ser fuente de dinero del negocio, es por ello que es un riesgo ser menor para las catarinas de Juárez.
Y aquí me detengo, porque es algo impensado estar hablando de una niña o mujer como un “negocio”, pero lamentablemente este círculo enfermo y deplorable las ve de esta manera, como un objeto de deseo, que tiene un precio y el objetivo es implementar más ganancias, y sin medir si el objeto de deseo es de una determinada manera sin importar si es niña o niño, adolecente o mujer.
Pero la realidad es que sin demanda, no hay negocio, y es aquí donde como ciudadanos debemos tomar conciencia e involucrarnos para lograr un cambio cultural.
Entran aquí, los medios de comunicación e interacción social, ya que hoy en día estamos expuestos al estimulo continuo, a la oferta sexual.
Es cotidiano, hallar en los diarios más conocidos páginas enteras de publicidad ofreciendo servicios sexuales, que terminan siendo complicases de este negocio oscuro.
Es lógico que al implementarse nuevos medios de comunicación como internet, también encontremos infinidad de este tipo de propuestas.
Un ejemplo de esto, es la proliferación de los film “snuff”, películas creadas a partir de una violación seguida de muerte real.
En su gran mayoría, estas mujeres son sometidas, antes de ser asesinadas, al cautiverio, a la mutilación, a la asfixia, y a golpizas brutales, que son la principal causa de muerte de las víctimas, en este caso.
El estado, cómplice total de estos actos fatales, consideran que los homicidios, han sido resueltos, argumentando que una gran cantidad de personas fueron arrestadas.
Sin embargo, el único portador de sentencia en la ciudad de Juárez, es el egipcio Abdel Latif, que fue detenido acusado de varios homicidios de las mujeres en este mismo lugar, y sin embargo fue sentenciado únicamente por la muerte de una joven de 17 años.
En teoría, es responsabilidad del Estado proteger la privacidad y la identidad de las víctimas de la trata de personas, en particular, entre otras cosas, previendo la confidencialidad de las actuaciones judiciales relativas a dicha trata.
Cada Estado firmante del Protocolo considerará la posibilidad de aplicar medidas destinadas a prever la recuperación física, sicológica y social de las víctimas de la trata de personas.
Y en la práctica, falta mucho por hacer para que esta teoría se transforme en realidad, dentro de estas falencias, esta la falta de compromiso social ante tales casos de impunidad.
El silencio es una forma de complicidad.

ALEJANDRA ORLANDI

sábado, 8 de enero de 2011

Manual de aniquilamiento (Parte I): Hay un subversivo en la salita de cuatro.


Cada día se descubren más locuras de la última dictadura militar en la Argentina. El caso que veremos en esta nota, es un material que se imprimió y algún memorioso aún lo pudo conservar entre sus pertenencias. Además fue distribuido en las escuelas durante esa época, no es una opinión interesada del "enemigo". El miedo a los niños rebeldes.




Imaginemos esta escena: maestra jardinera, guardapolvo a cuadros, voz dulce y canciones capaces de movilizar con los bracitos en alto a los niños del jardín de infantes.


En las paredes hay dibujos de Walt Disney pero ojo: nada es lo que parece.


Por lo menos, esa fue la conclusión a la que llegó el Ministerio de Educación de la nación durante la dictadura. No es una versión: así lo señaló en un manual el propio gobierno, desde el libro “Conozcamos a nuestro enemigo. Subversión en el ámbito educativo”.


MDZ accedió a un ejemplar del libro: no tiene desperdicio aunque pudo ser la causa de denuncias apresuradas, secuestros absurdos, torturas y muertes de las que nadie podrá recuperarse. Fueron los ministros de Educación que llevaron adelante este emprendimiento, digamos, Bruera, Catalán, Llerena Amadeo, Burundarena y Liciardo.


“El accionar subversivo –dice el manual- se desarrolla a través de maestros ideológicamente captados que inciden sobre las mentes de los pequeños alumnos, fomentando el desarrollo de ideas o conductas rebeldes, aptas para la acción que se desarrollará en niveles superiores”.
Volvamos a imaginarnos el cuadro: salita, paredes de colores, hora de la merienda, canción obligatoria, hora de dormir la siesta y…, según el instructivo enviado a los directivos de escuelas para vigilar a sus docentes, el peligro latente en el jardín: “La comunicación se realiza en forma directa, a través de charlas informales y mediante la lectura y comentario de cuentos tendenciosos editados para tal fin. En este sentido se ha advertido en los últimos tiempos una notoria ofensiva marxista en el área de la literatura infantil”.


La dictadura, tal vez por ello, no sólo prohibió y quemó textos de Marx y Engels y muchos otros, muchísimos, en su esmero por tapar el sol con las manos y callar las disidencias con balas. Uno de los libros prohibidos fue “Un elefante ocupa mucho espacio”, de Elsa Bornemann que relata una huelga de animales. El decreto firmado el 13 de octubre de 1977, incluía también a “El nacimiento, los niños y el amor”, de Agnés Rosenstiehl, editado -junto al de Bornemann- por Librerías Fausto.


“En ambos casos se trata de cuentos destinados al público infantil, con una finalidad de adoctrinamiento que resulta preparatoria a la tarea de captación ideológica del accionar subversivo (...) De su análisis surge una posición que agravia a la moral, a la Iglesia, a la familia, al ser humano y a la sociedad que éste compone.”. Ese fue el argumento de la medida.


Cuidado con la libertad


En la página 49 del manual editado y distribuido por la dictadura puede leerse una advertencia que, dimensionada 30 años después, puede observarse como un peligroso efecto dominó de inusitadas consecuencias. “Se ha advertido en los últimos tiempos una notoria ofensiva marxista en el área de la literatura infantil. En ella –agrega el manual- se propone emitir un tipo de mensaje que parta del niño y que permita ´autoeducarse´ sobre la base de la ´libertad y la alternativa´”.


Las advertencias estatales que obligaban a los directivos a poner la lupa paranoica sobre sus docentes y, por qué no, sobre niños de 5 años de edad, estaban basadas en los disparates de algún ideólogo fanático que se cubrió con la publicación de un inciso que da por tierra con tanto terror advertido en el resto del volumen: “No existen hasta el presente organizaciones que realicen tareas de captación o agitación”. ¿Y entonces? (…)

Gabriel Conte

viernes, 7 de enero de 2011

Mensaje a los Jóvenes del Año 2000


La juventud argentina del año 2000 querrá volver sus ojos hacia el pasado y exigir a la historia una rendición de cuentas encaminada a enjuiciar el uso que los gobernantes de todos los tiempos han hecho del sagrado depósito que en sus manos fueron poniendo las generaciones precedentes, y también si sus actos y sus doctrinas fueron suficientes para llevar el bienestar a sus pueblos y para conseguir la paz entre las naciones.

Por desgracia para nosotros, ese balance no nos ha sido favorable. Anticipémonos a él para que conste, al menos, nuestra buena fe y confesemos lealmente que ni los rectores de los pueblos ni las masas regidas, han sabido lograr el camino de la felicidad individual y colectiva.

En el transcurso de los siglos hemos progresado de manera gigantesca en el orden material y científico, y si cada día se avanza en la limitación del dolor, es solamente en su aspecto físico, porque en el moral, el camino recorrido ha sido pequeño.

El egoísmo ha regido muchas veces los actos de gobierno y no es el amor al prójimo, ni siquiera la compasión o la tolerancia, lo que mueve las determinaciones humanas.

Esa acusación resulta aplicable tanto a los pueblos como a los individuos. Cierto que en uno y en otros se dan ejemplos de altruismo, pero como hechos aislados de poca o ninguna influencia en la marcha de la humanidad. Es cierto que en ocasiones parece que se ha dado un gran impulso en favor de los nobles ideales y de las causas justas, pero la realidad nos llama a sí y nos hace ver que todo era una ilusión. Apenas terminada la guerra, ponemos nuestra esperanza en que ha de ser la última porque las diferencias entre las naciones se han de resolver por las vías del derecho aplicado por los organismos internacionales. Pocos años bastan para demostrarnos con un conflicto bélico de mayores proporciones el tremendo error en que habíamos caído. Hasta el aspecto caballeresco de las batallas se ha perdido y hoy vemos con el corazón empedernido como al cabo de veinte siglos de civilización cristiana, caen en la lucha niños, mujeres y ancianos.

Apenas un conflicto social ha sido resuelto vemos asomar otro, de más grandes proporciones, no siempre solucionado por las vías de la inteligencia y de la armonía sino por la coacción estatal o de las propias partes contendientes más fuertes, no el del mejor derecho.

Frente a esta lamentable realidad: ¿de qué han servido las doctrinas políticas, las teorías económicas y las elucubraciones sociales?. Ni las democracias ni las tiranías, ni los empirismos antiguos ni los conceptos modernos han sido suficientes para quietar las pasiones o para coordinar los anhelos. La libertad misma queda limitada a una hermosa palabra, de muy escaso contenido, pues cada cual la entiende y la aplica en su propio beneficio. El capitalismo se vale de ella no para elevar la condición de los trabajadores procurando su bienestar, sino para deprimirles y explotarles. Los poseedores de la riqueza no quieren compartirla con los desposeídos sino aceptarla y monopolizarla. E inversamente, los falsos apóstoles del proletariado quieren la libertad más para usarla como un arma en la lucha de clases que para obtener lo que sus reivindicaciones tengan de justas.

No ha empezado a alborar el liberalismo económico cuando -para impedir sus aplausos- tiene el Estado que iniciar una intervención cada vez más intensa a fin de evitar el daño entre las partes y el daño a la colectividad. Pero tampoco su intervencionismo constituye un remedio eficaz porque, o es partidista, o busca anular las libertades individuales y con ellas a la propia persona humana.

El mundo ha fracasado. Mas este fracaso, ¿será tan absoluto que no deje un mínimo resquicio a la esperanza?. Posiblemente podamos mantener el optimismo con la ilusión de que el avance de la humanidad hacia su bienestar es tan lento que no lo percibimos, pero de cada evolución queda una partícula aprovechable para el mejor desarrollo de la humanidad. El avance es invisible y está oculto por sus propios vicios a que antes he aludido, pero no por eso deja de existir.

Se haría más perceptible si cada uno de nosotros se despojase de algo propio en beneficio de sus semejantes, si tratase de dirigir las disputas con la razón y no con la violencia. Dentro de mis posibilidades así he procurado hacerlo y, en este sentido, he orientado mi labor de gobernante. Válgame por lo menos la intención y sea ella la que juzguen y valoren mis críticos del porvenir.

La humanidad debe comprender que hay que formar una juventud inspirada en otros sentimientos, que sea capaz de realizar lo que nosotros no hemos sido capaces. Esa es la verdad más grande que en estos tiempos debemos sustentar sin egoísmos, porque éstos nos han conducido solamente a desastres.

En nuestra querida Argentina, el panorama descrito se ha sentido sin ser cruento, pero en el orden general, los hechos prueban que ha sido el acierto la resolución que ha precedido nuestra realidad. La independencia política que heredamos de nuestros mayores hasta nuestros días, no había sido colectivizada por la independencia económica que permitiera decir con verdad que constituíamos una nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana.

Por eso nosotros hemos luchado sin descanso para imponer la justicia social que suprimiera la miseria en medio de la abundancia; por eso hemos declarado y realizado la independencia económica que nos permitiera reconquistar lo perdido y crear una Argentina para los argentinos, y por eso nosotros vivimos velando porque la soberanía de la Patria sea inviolable o inviolada mientras haya un argentino que pueda oponer su pecho al avance de toda prepotencia extranjera, destinada a menguar el derecho que cada argentino tiene de decidir por sí dentro de las fronteras de su tierra.

Contra un mundo que ha fracasado, dejamos una doctrina justa y un programa de acción para ser cumplido por nuestra juventud: esa será su responsabilidad ante la Historia.

¡Quiera Dios que ese juicio les sea favorable y que al leer este mensaje de un humilde argentino, que amó mucho a su Patria y trató de servirla honradamente, podáis -hermanos del 2000- lanzar vuestra mirada sobre la Gran Argentina que soñamos, por la cual vivimos, luchamos y sufrimos!

Juan Domingo Perón

miércoles, 5 de enero de 2011

POR GALEANO


Viva el cáncer!, escribió alguna mano enemiga en un muro de Buenos Aires. La odiaban, la odian los biencomidos: por pobre, por mujer, por insolente. Ella los desafía hablando y los ofendía viviendo. Nacida para sirvienta, o a lo sumo para actriz de melodramas baratos. Evita se había salido de su lugar. La querían, la quieren los malqueridos; por su boca ellos decían y maldecían. Además Evita era el hada rubia que abrazaba al leproso y al haraposo y daba paz al desesperado, el incesante manantial que prodigaba empleos y colchones, zapatos y máquinas de coser, dentaduras postizas, ajuares de novia. Los míseros recibían estas caridades desde al lado, no desde arriba, aunque Evita luciera joyas despampanantes y en pleno verano ostentara abrigos de visón. No es que le perdonaran el lujo: se lo celebraban. No se sentía el pueblo humillado sino vengado por sus atavíos de reina. Ante el cuerpo de Evita, rodeado de claveles blancos desfila el pueblo llorando. Día tras día, noche tras noche, la hilera de antorchas: una caravana de dos semanas de largo. Suspiran aliviados los usureros, los mercaderes, los señores de la tierra. Muerta Evita el Presidente Perón es un cuchillo sin filo.
ALEJANDRA ORLANDI